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ANÁLISIS GRAFOPSICOLÓGICO DE
LA ESCRITURA DE MARCEL MARCEAU (AÑO 1995)
- José Pérez Santiago
Grafólogo
Licenciado en Filología Hispánica
Profesor de Lengua y Literatura
Lo
que destaca, en primer lugar, es la diferencia entre texto y firma. La
falta de homogeneidad entre uno y otra es reflejo de la pluralidad de
actitudes, la disociación o ambivalencia, los conflictos entre lo que el
sujeto siente interiormente y lo que expresa de cara al exterior. Su vida
íntima parece hallarse en desacuerdo con la social o profesional. Hay
aspectos de sí mismo que no desea expresar, mostrar en público. El texto
ofrece una máscara del personaje reconocido y alabado socialmente,
popular, exitoso.
En el texto predomina el movimiento; en la
firma, la forma.
Según la firma, su complejidad interior queda camuflada y apenas se hace
visible en el exterior. El sujeto es frío, rígido, intransigente y
distante, orgulloso, arrogante y con una actitud defensiva y dominante.
El dibujo, con la conocida flor, actúa como un paréntesis, como un dique
entre dos mundos: el exterior y el interior.
La firma es semiilegible e inacabada
(filiforme en sus últimos trazos), signo de dinamismo, vivacidad e
impaciencia. Indica necesidad de ganar tiempo, sentido de la acción, afán
de simplificar las cosas y concentración sobre los propios objetivos.
Concepción rápida, aunque poco detallada, que corresponde a un ser
angustiado.
Aquella corresponde al nombre del artista
(recordemos que el apellido del padre se lo tuvo que cambiar por motivos
políticos: el auténtico es Magel, lo que tal vez explicaría las
distorsiones del mismo).
El sujeto expresa sus deseos de privacidad.
Quiere llevar con pudor y secreto su mundo íntimo, y tiene dificultad para
manifestarse o mostrarse. Es evasivo ante determinadas obligaciones o
responsabilidades. Puede haber tenido problemas en la infancia y en sus
relaciones familiares. También los manifiesta con su identidad social y
profesional.
La subvaloración gráfica del nombre y del
apellido muestra que el sujeto está insatisfecho y descontento con lo que
simbolizan. No se gusta a sí mismo. Se identifica más con su rol social y
profesional, en el que invierte más esfuerzo y atención, concediendo una
menor importancia o atendiendo menos a su mundo íntimo-familiar, lo que
sucede con muchos artistas.
Se observa un rechazo a la ausencia de la
figura del padre, problema que ha llevado interiorizado desde niño y que
todavía no ha sabido solucionar.
En general, la firma está indicando
sentimientos de inferioridad, descontento de sí mismo, lo que puede
reflejar problemas de identidad personal, lo que le lleva al disimulo.
El subrayado de la rúbrica es corto, lo que
explicaría la necesidad del apoyo y del aplauso de los demás para
tranquilizarse y sentirse importante. Mediante esta satisfacción logra
acallar cuanto el ser íntimo oculta y sufre.
El uso de mayúsculas propone una exaltación
del Yo, que trata de destacar y hacerse notar, tras una pantalla que
oculta parte de su ser, especialmente los puntos débiles, procurando dar
siempre una buena impresión, optimista de la vida. Tiende a ser
autoexigente y perfeccionista para ser bien considerado. Y sacrifica parte
de su espontaneidad a fin de guardar la apariencia y compostura. Intenta
destacar el contenido de lo que escribe, en este caso, su profesión.
Ello lo corrobora la escritura inhibida.
Los miedos, la inseguridad, la falta de confianza en sí mismo llevan al
sujeto a retraerse en las relaciones. El comedimiento excesivo estanca y
frena a la persona, le deja en continua suspensión, quedando su yo
reprimido o escondido.
Su existencia es su trabajo. Probablemente,
cuando ya no pueda dedicarse a él, caerá en un profundo abatimiento.
Por lo que se refiere el conjunto del texto precedente a la firma, la
escritura descuidada implica desinterés, rebeldía, la no aceptación de las
pautas sociales y las normas comúnmente aceptadas. El sujeto, caprichoso,
tiende a dejarse llevar por sus impulsos. Sin embargo, la fama, la
popularidad, le obligan a seguir una serie de pautas que le reprimen tales
impulsos. Y el sujeto entra en una crisis de identidad.
Su conducta es desorganizada. No tiene
ningún pudor en invadir el terreno íntimo y los derechos de los demás,
pero impide que nadie invada el suyo.. Existe en él una necesidad de
proximidad con el mundo; se refiere a la actitud y relación en el ámbito
social. Tiene dificultades para aceptar lo ajeno. Mantiene una cerrazón
respecto a sus propias ideas y una sobrevaloración de sus propios
intereses.
Existe un predominio de la acción y de la
comunicación sobre la introspección y el silencio, lo que significa un
déficit de reflexión y de vida interior. La concentración en la acción y
en el trabajo lo distrae del miedo al silencio y a la soledad, a
enfrentarse consigo mismo. Con ello consigue siempre una huida hacia
adelante. El silencio y la soledad del mimo en el escenario resulta, así,
una compensación al miedo como trauma, teniendo en cuenta, además, que, en
este caso, no son absolutos, pues el sujeto se siente arropado por el
público.
Personaje introvertido, busca la
desconexión de la realidad. Posee una propensión a las obsesiones y
escrúpulos, propio de personalidades perfeccionistas y
obsesivo-compulsivas.
Es un sujeto inestable, con sacudidas y
vaivenes emocionales. Se caracteriza por la ansiedad, el temor y la falta
de confianza, que afecta a la visión o enfoque de las cosas.
La mezcla de mayúsculas y minúsculas es un signo del deseo de ser el
centro de atención ("el pequeño rey" según la escuela francesa). Existe
una necesidad inmadura y egocéntrica de realzar el Yo. Son sus
características generales: la inestabilidad, la inmadurez, la
desorientación y el desequilibrio psíquico.
Destaca el rizo de la subjetividad, que
implica una pose distinguida y distante. El sujeto se impone una barrera
para que no se le acerquen los demás. Pretende ser respetado como alguien
especial o superior. Y el de la rebeldía, según el cual el sujeto muestra
una actitud oposicionista o reivindicativa, con una tendencia a llevar la
contraria y mostrando un gusto por la polémica.
Las letras cerradas suponen una acusada
reserva y cautela en la expresión y expresión, vigilancia, defensa y
cierre.
Por un lado, muestra dificultades de adaptación y, a la vez, simpatía y
cordialidad, lo que se relaciona con la imaginación y la intuición
artísticas.
La emotividad que transmite en sus
actuaciones viene de la mano de una técnica depuradísima más que de las
emociones propias. Como en todo arte, existe un falseamiento. El artista
está representando un papel. En una palabra, no tiene porque sentir
interiormente las emociones que transmite.
Su carácter se muestra firme y enérgico,
exigente. Sufre altibajos de humor. Alterna crisis de exaltación y
períodos de abatimiento. Puede ser un síntoma de pérdida de orientación
espacio-temporal como síntoma trastornos de tipo mental. Estas
fluctuaciones anímicas vendrían indicadas por la línea de base
serpenteante, que a la vez serían indicio de hiperemotividad, nerviosismo
y labilidad.
Estaríamos ante una personalidad, en el
fondo, débil. Con una actitud camaleónica y oportunista que se amolda,
astutamente, al entorno buscando su beneficio y conveniencia.
En resumen, la personalidad analizada es un
cúmulo de contradicciones internas que lo llevan a un choque de orden
psíquico. Y es esa personalidad contradictoria la que no quiere que los
demás conozcan, pues, de lo contrario, humanizarían al mito profesional,
destruyéndolo. De ahí la preservación del Yo íntimo y la hipervaloración
del Yo socio-profesional, a pesar del sufrimiento que este estado le
acarrea.
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